El contacto que transforma: Neurocuidado del bebé en brazos
- Mgt Cristian Pernett
- 21 abr
- 5 Min. de lectura

Introducción: Tu bebé no está malcriado… está conectado
Si alguna vez escuchaste frases como “no lo cargues tanto que se malcría” o “la estás acostumbrando a los brazos”, respira tranquilo: la ciencia está de tu lado. En realidad, cuando tomas a tu bebé en brazos, lo estás regulando fisiológicamente, emocional y neurológicamente.
El contacto físico no solo consuela: transforma.
Este artículo explora, desde la neurociencia afectiva, por qué el contacto con mamá, papá o el cuidador principal es esencial en los primeros meses de vida, y cómo literalmente el cuerpo del bebé se calibra a través del amor en brazos.
1. El latido que calma. Regulación de la frecuencia cardíaca
Subtítulo SEO: ¿Por qué los latidos del corazón de mamá calman al bebé?
Los recién nacidos vienen del útero, un entorno cálido, húmedo y lleno de sonidos rítmicos, entre ellos el latido del corazón de mamá. Al nacer, el sistema autónomo del bebé aún está aprendiendo a autorregularse. Su frecuencia cardíaca puede ser acelerada o irregular, especialmente ante estímulos nuevos (ruido, luz, frío).
Pero basta ponerlo en contacto piel con piel sobre tu pecho para que ocurra la magia: el corazón del bebé comienza a acompasarse con el del adulto.
La neurociencia lo llama coregulación cardíaca. Estudios muestran que los bebés en brazos o en contacto piel a piel.
Presentan menor frecuencia cardíaca
Tienen menos variabilidad extrema
Se calman más rápido ante el estrés
Y no solo en el caso de la madre: el pecho del padre también regula, aunque la bebé reconozca distinto ritmo. Lo que importa es la presencia viva, rítmica y segura.
2. Piel con piel: Cómo se regula la temperatura corporal del bebé
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Sí. Y lo hace mejor que muchas incubadoras.
Los bebés no pueden regular bien su temperatura en los primeros días. Su sistema de termorregulación está “recién instalado” y necesita ayuda externa.
Aquí es donde el cuerpo de mamá o papá hace algo asombroso: detecta la temperatura del bebé… y se ajusta para darle calor.
Esto ha sido observado especialmente en el contacto piel a piel inmediato postparto. El cuerpo del adulto puede elevar su temperatura hasta 2 grados para compensar el frío del bebé, manteniéndolo estable sin que este tenga que gastar energía en temblar o adaptarse.
Cuando dejas a tu bebé pegadito a tu cuerpo, no solo lo calientas. Le permites ahorrar energía vital para crecer, digerir, respirar y… dormir.

3. Respirar contigo: Cómo el bebé aprende a respirar gracias al contacto
Subtítulo SEO: Cómo el cuerpo del adulto guía la respiración del recién nacido
La respiración del bebé recién nacido es inmadura, intermitente y muchas veces irregular. Puede alternar entre suspiritos, pausas, y ráfagas rápidas. ¿Suena caótico? Lo es… hasta que lo tomas en brazos.
Al estar en contacto con un adulto, el bebé sincroniza su respiración con la del otro. Este fenómeno se llama entrainment respiratorio, y es una especie de “baile fisiológico”: el cuerpo del adulto marca el compás y el del bebé, poco a poco, se une al ritmo.
Esto reduce las apneas del sueño
Favorece el descanso profundo
Disminuye el riesgo de desregulación respiratoria en bebés prematuros
Es decir, tu abrazo no solo consuela… enseña a respirar.
4. El abrazo que desinflama. Contacto físico y digestión del bebé
Subtítulo SEO: ¿El contacto ayuda a calmar cólicos y mejorar la digestión del bebé?
¡Sí, y mucho! El sistema digestivo del recién nacido también está “en entrenamiento”. La leche, aunque perfecta para su organismo, puede generar gases, cólicos y malestar cuando el sistema parasimpático (el que regula la digestión) no está activo.
¿Y cómo activa el sistema parasimpático? El contacto seguro, el calor humano, y la calma que brindas tú.
Cuando cargas a tu bebé en brazos, sucede lo siguiente:
Se estimula la liberación de oxitocina, la hormona del bienestar
Aumenta la motilidad intestinal
Disminuye la respuesta al dolor
Se favorece la evacuación y la absorción de nutrientes
Además, el movimiento natural al mecerlo ayuda a movilizar el gas y relaja los músculos del abdomen.
Así que sí, cargar a tu bebé puede ayudarle a hacer popó, a botar gases y a sentirse menos incómoda.
5. El mito del “brazo malcriado”: ¿Acostumbrarse o construirse?
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Nada más lejos de la realidad.
Durante los primeros meses de vida, el bebé no tiene capacidad de manipular, chantajear ni planear emocionalmente. Su llanto es su lenguaje, y su necesidad es vínculo.
Los estudios sobre apego seguro muestran que los bebés que son más atendidos, cargados y sostenidos.
Desarrollan mayor confianza
Lloran menos a largo plazo
Tienen mejor regulación emocional en la infancia
Forman vínculos más sanos en la vida adulta
El contacto físico frecuente no crea dependencia… Crea seguridad.
Y la seguridad da paso a la autonomía.

6. ¿Qué pasa si no puedes cargarlo todo el tiempo? Alternativas sanas
Subtítulo SEO: Alternativas cuando no puedes tener al bebé en brazos
La vida real no siempre nos permite tener al bebé 24/7 en brazos. Y eso también es natural. Aquí van algunas formas de recrear el contacto emocional y fisiológico, aunque no estés sosteniéndolo directamente:
Porteo ergonómico (fular, canguro): te da libertad de movimiento y mantiene el contacto piel con piel.
Cuna colecho o próxima a tu cama: permite cercanía sin compartir la cama.
Ropa con tu olor cerca del bebé (una camiseta tuya en su moisés, por ejemplo).
Ruido blanco (grabaciones del útero, latidos o sonidos de agua).
Hablarle con voz suave, incluso desde otra habitación.
Cada gesto de conexión cuenta. La clave está en que el bebé sienta tu presencia emocional, incluso si no es física todo el tiempo.
Conclusión: El cuerpo del bebé se regula desde el amor
Tu bebé no necesita que lo enseñes a amar. Él necesita que lo ames mientras aprende a respirar, digerir, dormir y sentirse en paz.
El contacto físico es el primer lenguaje humano. Es el puente entre el cuerpo de mamá o papá y el cuerpo que recién llegó al mundo. Y en ese puente, ocurren milagros biológicos.
Cada vez que cargas a Lizbeth Alexandra, la estás ayudando a organizar su sistema nervioso, a sembrar seguridad emocional, y a desarrollar un vínculo profundo que será la base de su vida afectiva.
No es malcriar. Es neurocuidar.
Sobre el autor
Este artículo fue escrito por Cristian Pernett, experto en neuropsicoeducación emocional, padre nuevamente, investigador del vínculo afectivo temprano y fundador de Pernett PNL Coach, un espacio dedicado a la transformación emocional y al bienestar humano desde la ciencia, el coaching y la conciencia afectiva.
Puedes conocer más sobre su trabajo en:www.pernettpnlcoach.com
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