Por Mauricio Sarmiento Gavilanes
Me levanto, me miro en el espejo y veo un rostro pálido, como el de un difunto, no es paranoia, es una palidez producto de los días de aislamiento, la ciudad guarda un silencio sepulcral que se percibe incluso dentro de la casa; me alisto, me sirvo mi desayuno y salgo de casa rumbo al frente de batalla, mi automóvil con un papel en el parabrisas que me permite movilizarme a cualquier hora cualquier día, más que un privilegio, una licencia para poner la propia vida en peligro.
En la consulta algunas personas esperando por atención, muchas de ellas con síntomas respiratorios, verlos usar mascarillas asusta un poco, pero se ignora ese sentimiento; vestimenta necesaria y manos a la obra. Termina la jornada y directo a casa a resguardarse respetando el aislamiento y toque de queda y matar el tiempo hasta que llegue el otro día, y repite.
Así transcurren mas o menos los días en lo que va desde que se reportó el primer caso del país de corona virus, ya está en nuestra ciudad y continúa propagándose. Sin embargo, ¿ qué piensa una persona en el frente de batalla?
“Me podría morir” es sin duda la idea matriz, saberse expuesto con alta probabilidad de contagio y consciente de lo que eso implica, no se puede dejar de pensar en esta probabilidad. Piensas en tu gente, tus seres queridos, que están en la misma situación que tú, deseas de corazón que nada les pase, piensas en aquella persona que, aunque ya no es parte de tu vida, aún te importa lo suficiente como para preocuparte por ella, piensas en esa chica a quien no puedes visitar por el riesgo de estar contagiado, y sabes que podría pasar mucho para volver a verla, piensas que si hubieses sabido que el último abrazo que se dieron podría ser el último, hacías más largo ese abrazo y probablemente decías las palabras que callaste porque consideraste que sería mejor decirlas después, ahora dejar para después cualquier cosa es la peor idea de todas.
A todo esto, ¿vale la pena? Te respondes a ti mismo mil veces “si”, si lo piensas todo vale la pena y todo tiene sentido, curioso que la muerte tenga que mirarte a los ojos para que te des cuenta que tu vida tiene sentido.
Y tú ¿has encontrado ya el sentido de tu vida en estos tiempos difíciles? Médicos, guerreros, soldados, gracias por tanto, héroes de mandil!!! FUERZA QUE TODO PASARÁ!!! MD Mauricio Sarmiento Gavilanes
Estudios universitarios en universidad de Cuenca, escuela de medicina
Cursa la maestría en Sexología
Cursa certificación internacional gestión emocional.
Diplomado en MD Estética
Laboro en importantes instituciones de salud como hospital Homero Castanier Crespo de la ciudad de Azogues y hospital universitario Del Río de la ciudad de Cuenca Actualmente miembro del staff médico de la franquicia Taurus Gym Azogues Miembro de Pernett PNL coach, equipo multidisciplinario orientado a la salud mental y física.
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