¡El amor!, un tema que nunca termina, y es probable que se deba a su profundo impacto evolutivo que tiene sobre la especie humana. Ya que como indica la Psicología Gestalt, los seres humanos evolucionamos para amar, puesto que esta estructura neuroquímica cubre las tres necesidades básicas que son: Supervivencia, reproducción y Transmitir tus genes a nuevas generaciones.
Pero en este entramado, más que nubloso de impulsos y emociones, aparecen procesos que son tan sofisticados como “mágicos” y si estamos hablando de esa extraordinaria sensación de estar enamorados o como se dice en inglés falling in love (Caer enamorado); esta frase en inglés nos dice más que el vocablo en español, ya que de verdad caemos en un pantano emocional y nadie escoge hacerlo… solo pasa.
No elegimos amar, nos rendimos ante programas que formamos inconscientemente en la niñez entre los 3 a 6 años de edad. (Llamado Mapa de amor)
La vida amorosa tiene un cómplice que nos ayuda a caer redondos ante el ser amado, y es la idealización romántica, esa ficción que nos muestra príncipes y princesas encantadoras en esa torre mágica del mapa de amor.
Según Freud: En la idealización, se llevan a la perfección las cualidades y valoración del objeto, es lo que vemos en la sobreestimación sexual, por ejemplo.
La idealización romántica tiene varios cómplices, que van desde químicos que se liberan con la simple contemplación de esa persona, como de los mapas de amor, que son esos aspectos que amaste o no de tus cuidadores principales (papá, mamá, tías o hermanos), y que te ayudaron a formar tus conceptos más íntimos y personales del amor. No vamos a entrar en detalles en este artículo, solo hablamos de estos aspectos, porque es imposible hablar de la idealización romántica sin hacer mención de ellos.
Pero entonces la idealización romántica ¿es enemiga o aliada del amor?, bueno esto depende del enfoque que le demos a la experiencia. En un primer vistazo, es un aliado, ya que sin esta etapa de idealización jamás llegaríamos a vivir el amor maduro; y a su vez, cuando no tenemos las competencias emocionales adecuadas para gestionar esta marea de químicos, podemos caer en idealizaciones y alejarnos de la persona real, humana y falible que tenemos frente a nosotros, afectando el crecimiento y evolución de este sentimiento, y claro está de la relación misma. No es ni enemiga ni aliada, es una fase que, dependiendo de cómo la abordemos, nos puede hacer bien o mal.
Por último, vamos a añadir que cierto grado de idealización del objeto amoroso es saludable, ya que evita su degradación y sostiene el vínculo amoroso en forma positiva. Permitiendo que la relación crezca y madure con el tiempo, abriéndose a los hechos; y humanizando al ser amado, despojándolo de esa falsa perfección de la idealización romántica inicial. Y en condiciones normales, descubrir, luego de la retirada de esta fase, que ese ser que está frente a nosotros, es perfecto con su combinación de virtudes y defectos. Y me refiero a esa perfección que es buena para ti, esa fórmula personalizada que te lleva a ser una mejor versión de ti mismo junto a esa persona, y puede ser que esa fórmula no sea útil para nadie más.
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