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La amígdala cerebral explicada con café, memes y miedo a las cucarachas: una guía para humanos normales.


La amígdala cerebral, el centro de nuestras respuestas emocionales, es clave para entender nuestras reacciones ante el miedo y el estrés.
La amígdala cerebral, el centro de nuestras respuestas emocionales, es clave para entender nuestras reacciones ante el miedo y el estrés.

¿Has sentido esa sensación de nudo en el estómago antes de hablar en público? ¿O ese impulso de correr cuando ves una cucaracha voladora? Eso, mi querida mente curiosa, tiene mucho que ver con una partecita del cerebro llamada amígdala. No, no es la que te operan de niño cuando gritas mucho; esa es otra. Esta es una pequeña estructura con nombre de almendra (“amygdala” en latín), pero con poder de megáfono emocional.

Vamos a desmenuzar su función como quien prepara una arepa: con calma, sabor y ejemplos reales. Pero entender cómo funciona la amígdala es como tener el control remoto de tus emociones… o al menos saber por qué de vez en cuando te explotan los botones.


1. ¿Qué es la amígdala cerebral y por qué deberías invitarla a un café?

Imagina que tu cerebro es un edificio de oficinas. Arriba están los creativos (la corteza prefrontal), pero en el sótano, con café fuerte y cero filtros emocionales, está la amígdala. Esta joya se encarga de procesar emociones, especialmente el miedo, y de activar respuestas corporales automáticas. Es la jefa de las alarmas.

La amígdala conecta tus pensamientos con reacciones fisiológicas, como sudar, correr, gritar o quedarte congelado. ¡Gracias, evolución!

Ejemplo de la vida real: Vas caminando por la calle y alguien grita tu nombre desde un auto. Tu corazón se acelera antes de que sepas quién es. Eso es tu amígdala diciendo: “¡Acción ya!”


2. La división secreta: tres amígdalas en una

En realidad, la amígdala tiene tres partes funcionales:

  1. Grupo medial: conectado al olfato. Por eso los olores pueden activar recuerdos emocionales profundos.

  2. Grupo basolateral: chismea con la corteza cerebral. Es como la voz que dice: “¡Esto es importante! ¡Guarda este recuerdo para siempre!”

  3. Grupo central y anterior: se encarga de hablar con el cuerpo, el corazón, los pulmones, y darte esa sensación de mariposas en el estómago.

Ejemplo cotidiano: Estás en una cita y hueles el perfume de tu ex. No sabes por qué te incomodas, pero algo cambia en tu humor. Grupo medial trabajando.



3. El caso SM: la mujer que no conocía el miedo

La ciencia es fascinante, y un caso lo demuestra con claridad. SM es una mujer con daño en ambas amígdalas. No tiene problemas de memoria ni de inteligencia, pero hay un detalle: no puede reconocer la expresión de miedo en los demás. Si le das una foto de alguien aterrado, ella te dice: “Parece sorprendido, o feliz… no sé.”

También, cuando le pides dibujar una cara con miedo, dice: No sé cómo se vería eso.

Esto demuestra que la amígdala es esencial para detectar el miedo, tanto en uno mismo como en los demás. ¡Imagínate vivir sin esa alarma emocional!


4. Funciones cotidianas de la amígdala (y cómo te cambia la vida)

  • Reconocer el miedo: Desde el examen que no estudiaste hasta esa charla con tu suegra.

  • Procesar emociones: El nudo en la garganta, el calor en las mejillas, los escalofríos.

  • Recompensas: Cuando ganas un partido o recibes un like. ¡Boom! Dopamina gracias a su influencia.

  • Memoria emocional: Por eso recuerdas dónde estabas cuando terminaste una relación.

Ejemplo de la vida real: Estás en una sesión de coaching, y un cliente menciona su mayor miedo. La amígdala se activa solo con la idea, incluso si está a salvo.


5. Cuando la amígdala se desajusta: trastornos asociados

  • Autismo: Muchas personas dentro del espectro tienen dificultad para leer emociones ajenas. Se ha relacionado con el funcionamiento anormal de la amígdala.

  • Depresión: Una amígdala hiperactiva puede amplificar emociones negativas.

  • Trastorno bipolar: Cambios intensos en la activación amigdalar.

  • TEPT (trastorno de estrés postraumático): Aquí la amígdala está como vigilante paranoico, detectando peligros incluso cuando no los hay.

Ejemplo de la vida real: Un excombatiente escucha un petardo y se lanza al suelo. Su amígdala no diferencia entre un petardo y una granada. Y no es una decisión consciente.


6. Si se daña la amígdala… ¡Houston, tenemos un problema!

Daños en esta zona pueden causar:

  • Explosiones emocionales sin razón.

  • Dificultades para recordar cosas recientes.

  • Problemas para reconocer emociones (especialmente el miedo).

  • Irritabilidad constante y agresividad.

Ejemplo cotidiano: Si conoces a alguien que explota por cualquier cosa y no parece darse cuenta del efecto en los demás… podría haber una explicación neurológica.



7. Cómo entrenar a tu amígdala: mindfulness y Neuroeducación emocional

Buenas noticias: tu amígdala no está condenada a hacer lo que le da la gana. Gracias a la neuroplasticidad, puedes ayudarle a regularse mejor.

  • Respiración consciente: Le envías señales de calma. Es como decirle: "tranqui, todo bajo control."

  • Ejercicio: Oxigena el cerebro y regula tus niveles de estrés.

  • Terapia y coaching: Reentrenas tus respuestas automáticas.

  • Storytelling emocional: cuando narras tu experiencia, reconfiguras la forma en que tu amígdala recuerda el evento.

Ejemplo de la vida real: Le cuentas a tu terapeuta que de niño te escondías cuando tus padres peleaban. Solo el hecho de recordarlo y narrarlo con apoyo ya está reeducando tu sistema emocional.


8. La amígdala y el amor (spoiler: también está allí)

Aunque su especialidad es el miedo, la amígdala también está implicada en las respuestas de apego. Cuando te enamoras, parte de esa sensación intensa viene de ella. Activa sistemas de recompensa y memoria emocional.

Ejemplo cotidiano: Por eso, cuando alguien te deja en “visto”, sientes como si el corazón se te detuviera. Gracias, amígdala.


9. Neurotips para aplicar en la vida diaria

  • Si algo te activa emocionalmente, haz una pausa y respira.

  • Antes de reaccionar, pregúntate si es tu amígdala hablando o tu parte racional.

  • No ignores tus emociones: son señales, no enemigos.

  • Educa a tu amígdala con experiencias seguras, acompañadas y conscientes.

Ejemplo cotidiano: En vez de gritar en una discusión, di: “Necesito 5 minutos para pensar”. Es el equivalente emocional de apagar y volver a encender.


10. Conclusión: ama a tu amígdala (aunque a veces te meta en problemas)

La amígdala no es tu enemiga. Es esa amiga intensa que siempre quiere protegerte, aunque a veces exagera. Aprender cómo funciona te da poder. Te permite vivir con más comprensión, menos culpa y mejores decisiones emocionales.

Recuerda: no se trata de eliminar el miedo, sino de entenderlo. Y en ese proceso, tu amígdala puede ser tu mejor aliada.



Bibliografía sugerida

  • Blair, R. J. R. (2008). The amygdala and psychopathy. Trends in Cognitive Sciences.

  • Brewin, C. R. (2008). Neurological foundations of PTSD. Nature Reviews Neuroscience.

  • Phillips, M. L. & Vieta, E. (2007). Identifying biomarkers in bipolar disorder.

  • Morrison & Salzman (2010). Roles of the amygdala in emotional processing.

  • Northoff, G. (2007). Amygdala and depression.

  • Roozendaal et al. (2009). Stress-induced modulation of the amygdala.

  • Crocker et al. (2013). Cognitive biases and emotional interaction.


Este artículo fue escrito por Cristian Pernett, experto en neuropsicoeducación emocional, padre reciente, investigador del vínculo afectivo temprano y fundador de Pernett PNL Coach.



 
 
 

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