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Es necesario cultivar la inteligencia emocional para lograr la felicidad y la satisfacción personal.
El objetivo de la neurociencia es comprender cómo funciona el sistema nervioso para producir y regular emociones, pensamientos, conductas.
Un compendio de fotografías que evocan e inspiran emociones. Entender las emociones estéticas en cultivar la inteligencia emocional.
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- Inteligencia EmocionalLa inteligencia emocional es una de esas habilidades que no nos enseñan en la escuela, pero que marcan una gran diferencia en nuestra vida. Ser emocionalmente inteligente no significa eliminar las emociones o reprimirlas; al contrario, se trata de aprender a identificar, comprender y gestionar nuestras emociones de manera saludable. ¿Por qué es tan importante? Porque nuestras emociones influyen directamente en nuestras decisiones, en nuestras relaciones y en la forma en que percibimos el mundo que nos rodea. A menudo, reaccionamos de manera impulsiva ante una situación sin darnos cuenta de que estamos dejando que nuestras emociones nos controlen. Por ejemplo, una simple crítica en el trabajo puede desatar frustración o enojo, llevándonos a actuar de forma defensiva. Aquí es donde entra en juego la inteligencia emocional: si en lugar de reaccionar, hacemos una pausa y analizamos la emoción, podemos responder de manera más equilibrada y efectiva. Tres pasos prácticos para desarrollar la inteligencia emocional en el día a día: 1. Reconoce tus emociones sin juzgar. La clave es aceptar lo que sientes. No es malo sentir enojo, tristeza o miedo; son emociones naturales. Pero en vez de dejar que te controlen, trata de nombrarlas: “Siento enojo” o “Siento ansiedad”. Nombrar la emoción es el primer paso para tomar distancia y no dejar que te domine. 2. Identifica el origen de tus emociones. Pregúntate: ¿por qué me siento así? Muchas veces nuestras emociones son respuestas a pensamientos automáticos o creencias que tenemos sobre nosotros mismos o sobre el mundo. Al entender el “por qué”, podemos desafiar esos pensamientos y cambiar nuestra perspectiva. 3. Responde conscientemente. Finalmente, antes de actuar, respira y pregúntate cómo quieres responder. Las respuestas impulsivas suelen llevar a conflictos o malentendidos. Al tomarte un momento para pensar, puedes elegir una respuesta que realmente refleje tus valores y objetivos. La inteligencia emocional es un viaje, y se fortalece con práctica y autoconocimiento. Al integrar esta habilidad en nuestro día a día, nos volvemos más resilientes, comprendemos mejor a quienes nos rodean y tomamos decisiones más alineadas con quienes queremos ser. ¿Te animas a empezar hoy?Me gusta
- Neurociencias“Las emociones, esos simpáticos inquilinos que viven en nuestra cabeza, tienen un talento especial para aparecer en el peor momento. Son como invitados inesperados en una fiesta sorpresa… que tú no planeaste. Y ahí están: la ira, que llega a las reuniones de trabajo como si fuera una rockstar de los 90; la tristeza, que se acomoda en tu sofá con pantuflas y mantita, lista para un maratón de dramas; y la alegría, que, con suerte, aparece como ese amigo al que llamas cuando todo lo demás falla. Ahora, desde el punto de vista científico, nuestras emociones son como sensores en un sistema de alerta, ayudándonos a navegar el mundo y, de paso, garantizando nuestra supervivencia. La ira, por ejemplo, activa nuestro sistema de lucha, y la tristeza nos ayuda a procesar pérdidas o, digamos, episodios vergonzosos en redes sociales. Pero el detalle está en que nuestras emociones no siempre responden a la realidad objetiva, sino a la percepción, esa versión personalizada de los hechos que fabricamos en nuestro cerebro. Esto significa que, aunque nos pongamos trágicos, nuestro cerebro está intentando hacer su mejor interpretación con los datos disponibles… y a veces se equivoca. Así que, al final de la semana, quizás valga la pena recordar que nuestro cerebro hace lo que puede, entre la ciencia y la improvisación emocional. ¡Celebremos sus intentos, aunque a veces nos mande a un drama shakesperiano porque nos quedamos sin café! La próxima vez que te sientas atrapado en una emoción, mírala con humor, como ese amigo que siempre llega un poco pasado de copas: no será perfecto, pero seguro te hará reír. ¡Feliz fin de semana!”Me gusta
- NeurocienciasLa neuropsicoeducación es una disciplina fascinante que fusiona la neurociencia, la psicología y la educación. En términos simples, se trata de entender cómo funciona nuestro cerebro y cómo esto puede mejorar nuestra capacidad de aprender, adaptarnos y ser más felices en la vida cotidiana. ¿Te suena complicado? No te preocupes, vamos a desmenuzarlo con un poco de humor y claridad. ¿Qué es la neuropsicoeducación? Imagina que tu cerebro es una orquesta sinfónica. Cada instrumento (o área del cerebro) tiene su función específica, desde la percusión que marca el ritmo (ciencia cognitiva) hasta las cuerdas que crean melodías armoniosas (emociones). La neuropsicoeducación actúa como el director de esta orquesta, ayudándote a coordinar cada sección para que la música de tu aprendizaje suene como un verdadero concierto. La neuropsicoeducación investiga cómo el conocimiento del funcionamiento del cerebro puede aplicarse en contextos educativos y terapéuticos. Se basa en la premisa de que, al comprender cómo aprendemos y procesamos la información, podemos diseñar metodologías más efectivas que ayuden a los estudiantes (sí, ¡también a los adultos!) a optimizar su aprendizaje. Beneficios en la vida diaria 1. Mejora del aprendizaje. Cuando entendemos cómo funciona nuestro cerebro, podemos utilizar estrategias que faciliten la adquisición de conocimientos. Por ejemplo, se ha demostrado que aprender en intervalos (la famosa técnica del “Pomodoro”) y variar las actividades mejora nuestra concentración. Así que, si te encuentras en una batalla épica con tus libros de texto, ¡arma tu estrategia y divídelos en pequeños trozos! Tu cerebro te lo agradecerá. 2. Control emocional. La neuropsicoeducación también nos ayuda a manejar nuestras emociones. Conocer cómo se activan nuestros circuitos emocionales puede ser muy útil. Si sientes que un tornado de ansiedad se aproxima antes de una presentación, recuerda: tu cerebro puede ser un lugar caótico, pero tú eres el capitán de ese barco. Las técnicas de regulación emocional, como la atención plena (mindfulness), son herramientas magníficas para calmar esas aguas turbulentas. Recuerda, aprender a surfear tus emociones puede ser tan emocionante como domar un dragón. 3. Potenciación de la memoria. ¡Ah, la memoria! Ese misterioso rincón de nuestro cerebro donde guardamos datos y recuerdos. La neuropsicoeducación nos enseña que existen técnicas específicas que pueden ayudarnos a afilar nuestras habilidades mnemotécnicas. Asociar información nueva con algo ya conocido o utilizar métodos visuales son ejemplos de cómo se puede potenciar nuestra memoria. ¿Quién no ha utilizado una canción pegajosa para recordar algo? ¡Vamos, no te hagas el olvidadizo! 4. Incremento de la motivación. La neurociencia nos ha enseñado que nuestra dopamina, el neurotransmisor del placer y la recompensa, juega un papel fundamental en nuestra motivación. La neuropsicoeducación orienta a establecer metas realistas y celebrar pequeños logros. Entonces, si has terminado un informe aburrido, ¡regálate un trocito de chocolate! Cada pequeño triunfo alimenta esa sensación de recompensa, y antes de que te des cuenta, estarás subiendo montañas de productividad. 5. Fomento de la creatividad. La creatividad no es solo para artistas; es una habilidad esencial en todos los campos. La neuropsicoeducación promueve la exploración y el pensamiento divergente. Si te sientes atascado en un mar de ideas convencionales, ¿por qué no pruebas técnicas de lluvia de ideas como el brainstorming o el “mind mapping”? Permitir que tu mente se desarrolle libremente puede dar lugar a conexiones sorprendentes, ¡como encontrar un unicornio en un campo de flores! 6. Mejora de relaciones interpersonales. Entender cómo funcionan nuestras emociones y las de los demás puede resultar en relaciones más saludables y satisfactorias. La empatía, que se desarrolla en nuestras interacciones sociales, es fundamental. La neuropsicoeducación nos ayuda a identificar las emociones, no solo en nosotros mismos, sino también en los demás, promoviendo una comunicación efectiva y relaciones más armoniosas. 7. Gestión del estrés. La vida moderna puede ser estresante. La neuropsicoeducación ofrece herramientas para gestionar el estrés de manera efectiva. Aprender sobre la respuesta de lucha o huida del cerebro nos permite desarrollar técnicas de afrontamiento adecuadas, como la respiración profunda y la meditación. Conocer estos mecanismos puede convertirte en un ninja del bienestar emocional, enfrentando situaciones desafiantes con una calma digna de un maestro zen. Conclusión: ¡Pongamos en marcha nuestra neuropsicoeducación! Así que, querido lector, la neuropsicoeducación es mucho más que una palabra complicada de esas que acaban apareciendo en un examen; es un enfoque que puede revolucionar tu forma de aprender y vivir. Al aprovechar el conocimiento sobre cómo funciona nuestro cerebro, podemos mejorar nuestro aprendizaje, control emocional, memoria, motivación, creatividad, relaciones interpersonales y gestión del estrés. Ya sea que estés en la escuela, en el trabajo o navegando por la vida, la neuropsicoeducación puede ayudarte a sacar lo mejor de tí mismo. Así que, ¡atrévete a ser ese director de orquesta de tu propio cerebro y comienza a componer la sinfonía del éxito en tu vida diaria! ¡El concierto ha comenzado! 🎶🧠Me gusta
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