Las personas mienten más seguido por teléfono. Los científicos concluyeron que el teléfono es la herramienta más común de los engañadores (41%). Le siguen la comunicación privada (27%), mensajeros y correos de internet (21%), y por último la escritura a mano (11%). Esto está conectado con el hecho de que las llamadas no dejan evidencias mientras que en los correos los mensajes quedan guardados.
Pero la pregunta es ¿cuan mentirosos somos los seres humanos?
Las mentiras blancas forman parte de nuestro delicado sistema social, pero no son las únicas que decimos. Hay una serie de motivos por las que de vez en cuando y unos más que otros, tendemos a tener un comportamiento deshonesto.
Se estima según diversos estudios que una persona promedio dice 11 mentiras planificadas al mes, y es en esta delicada linea entre lo políticamente correcto y lo que no que aparecen las mentiras de sesgo emocional; es decir, esas que dices cuando te preguntan al llegar a algún lugar y te ven con un gesto extraño en tu rostro ¿estas bien? y respondemos con una gesto facial de tristeza, ¡Estoy bien! de esta clase de mentiras expresamos 3 por cada 10 minutos de conversación; puede ser por una racionalización al pensar, ¿qué le importa a esa persona mi verdadero estado emocional? y aunque suene muy sano, no deja de ser una mentira y de generar muchos problemas en la comunicación.
Para profundizar más revisemos un reciente estudio que indica las razones desde un punto de vista psicológico por las que las personas mienten.
La tríada del embuste
Fundamentalmente, de acuerdo a Psychology Today, hay tres cosas que nos empujan a mentir.
La tentación. Cuanto más grande sea el premio, más probable es que digamos la mentira necesaria para adquirirlo.
La inmunidad. Cuanto más improbable es que nos pillen, más fácil es que intentemos colarla.
La percepción. La idea que tenemos sobre la honestidad.
¿Cómo que percepción?
Lo que lees, un estudio de la Universidad de Michigan dirigido por Julia Lee ha demostrado que la percepción que tenemos sobre la honestidad es el principal determinante en si decidimos actuar o no de forma honesta.
Todo depende de cuánto esfuerzo creemos que cuesta ser sinceros. La investigación demostró a través de tres pruebas que las personas que mentían mucho tendían a creer que ser sincero costaba un esfuerzo titánico y por tanto, mentiria si se da la oportunidad. Por el contrario, aquellos acostumbrados a decir la verdad solían considerar que lo verdaderamente trabajoso era ser deshonesto.
Primera Prueba
En esta primera prueba se le preguntó a los participantes qué consideraban más difícil, ser honesto o deshonesto. A continuación hicieron una actividad en la que era relativamente fácil hacer trampas. El 30% de los participantes hizo al menos algo de trampa, incluyendo algunos que falsearon todo el ejercicio. Curiosamente, ese mismo 30% era el que consideraba decir la verdad como “demasiado esfuerzo”.
Segunda Prueba
Para continuar la investigación se dividió a los participantes en dos grupos. El primero leyó un artículo en que se aseguraba que mentir costaba más esfuerzo que decir la verdad, y el segundo leyó otro artículo afirmando lo contrario.
A continuación se propuso a los participantes contar una mentira para ganar 2 dólares o una verdad para ganar 0,50. Y, tal como los investigadores esperaban, aquellos que habían leído el artículo afirmando que decir mentiras era más fácil que decir la verdad optaron por los 2 dólares.
Tercera Prueba
En esta ocasión se pidió a los sujetos que realizaran unas pruebas matemáticas en un ordenador sujetas a un premio en metálico. Cuando supieran la respuesta debían presionar la barra espaciadora para ver el resultado. Para uno de los grupos, en caso de que no tocaran nada, la solución correcta aparecería en pantalla después de cinco segundos. Para el otro, la solución aparecería a los 5 segundos de tocar la barra. A ambos se les dijo que esto era un error de sistema y que contestaran por su cuenta.
La clave fue que los participantes no sabían que el ordenador mantenía registro de cuándo se presionaba la barra espaciadora. Los que hacían trampa y no se molestaban en calcular coincidieron con las personas que tendían a considerar la verdad como un esfuerzo.
Entonces, ¿por qué mienten las personas?
La conclusión del estudio fue la siguiente: la parte más determinante de nuestro cerebro en cuanto a honestidad es nuestra propia percepción del concepto. Si tendemos a mentir, alimentaremos la idea de que decir la verdad cuesta un gran esfuerzo. Si somos honestos siempre, pensaremos que lo difícil es decir mentiras.
Otras circunstancias como la tentación a la que se nos somete o la facilidad de ser descubiertos tienen influencia, pero lo verdaderamente determinante es cuan asequible vemos decir la verdad. Y con este contexto, veamos el consejo desde las ciencias del comportamiento para crear escenarios donde podamos vivir de una manera más honesta la comunicación humana.
Tip de lenguaje Corporal
💡Consejo: Más del 20% de las personas han mentido alguna vez al hablar por teléfono. Cuando desean terminar una conversación, es habitual que digan algo como "me está entrando una llamada por la otra línea". Por lo que sí desea mantener una conversación franca con alguien, hable en vivo, cara a cara.
Ahora que sabes lo frecuente y fácil que miente la persona promedio y lo que motiva a mentir. ¿Crees que es exagerado dedicar tiempo a estudiar un poco más sobre este tema? Saber crear entornos donde la verdad pueda ser expresada con mas facilidad, o poder interpretar si son honestos será una competencia cada vez mas necesaria en nuestra sociedad moderna. Recuerda... si es importante no llames, háblalo cara a cara. No te pierdas en el "Jardín de las mentiras"
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